Una de cada dos fibras textiles que se produce en el mundo es poliéster. Si añadimos la poliamida (como el nailon), el polipropileno y otros materiales acrílicos a la suma, el resultado es contundente: casi el 65% del textil que se fabrica en el mundo deriva del petróleo. En este mes en el que celebramos julio sin plástico, nos preguntamos, ¿cuál es el impacto del plástico en la ropa?
La campaña de julio sin plástico nació hace más de 10 años en Australia. Su objetivo es promover la reducción del uso de plásticos desechables durante este mes. Y, en la medida de lo posible, que los actos se conviertan en hábitos y costumbres a largo plazo. Usar menos plástico pasa por no utilizar pajitas o por reutilizar nuestras propias bolsas en el supermercado o la frutería. Pero también pasa por nuestro armario.
¿Cuánto plástico hay en la ropa?
El poliéster es, en muchos aspectos, un supermaterial. Resiste a la humedad, a los productos químicos y a las fuerzas mecánicas. Además, es barato. Ha sido la fibra perfecta para alimentar el crecimiento de la industria de la moda y, en particular, del fast fashion. No es de extrañar que el 52% de las 109 millones de toneladas de fibras textiles producidas en el mundo en 2020 fuesen poliéster. De ellas, solo alrededor de un 15% estaban hechas a partir de poliéster reciclado, según datos del informe Preferred Fiber & Materials Market Report 2021 de Textile Exchange.
Además del poliéster, otro 5% de las fibras producidas en 2020 fueron nailon (otro material plástico). Y alrededor de otro 5% lo conforman multitud de otros materiales derivados del petróleo, como el polipropileno o el elastano. Más allá del importante peso del algodón (que ocupa el 30 % del mercado), el papel del resto de fibras naturales como la lana o las fibras derivadas de celulosa (cuya sostenibilidad depende de la forma en la que sean procesadas) es residual.
Plástico en la ropa: el impacto de la contaminación
La industria de la moda es responsable del 20% del desperdicio de agua en el mundo y del 10 % de las emisiones de gases de efecto invernadero que están cambiando el clima. Según la agencia de medioambiente de la ONU, la UNEP, este no es el único gran impacto de la ropa en el planeta. La liberación de microplásticos y microfibras al lavar la ropa provoca que medio millón de toneladas de plástico acaben en los océanos cada año.
Todo este peso se reparte en cerca de 1,5 billones de partículas plásticas, casi siempre microscópicas. Estas son ingeridas por todo tipo de organismos y pasan a la cadena alimentaria. Con ellas, van todo tipo de sustancias tóxicas. Son tantas que sus efectos todavía no están estudiados por completo, pero la UNEP señala que se sabe que algunas pueden causar problemas hormonales y alimentarios o dificultar el crecimiento en algunas especies.
El problema de la contaminación por microplásticos ha alcanzado tal magnitud que sus consecuencias van mucho más allá de los océanos. Se mire donde se mire, hay residuos plásticos, incluso en la nieve recién caída sobre la lejana Antártida. El agua que bebemos tampoco se libra. Varios estudios recientes han constatado la presencia de restos de microfibras plásticas tanto en agua embotellada como en agua de grifo.
Más allá de los datos globales, las cifras en Europa tampoco mejoran. En los países de la Unión Europea se tiran a la basura casi 6 millones de toneladas de productos textiles cada año. Más del 60% están hechas de plástico, según la Agencia Europea del Medioambiente. Mientras, solo un tercio de estos residuos se recoge y se trata de forma adecuada. Toda esta producción y desperdicio de plástico en la ropa lleva también asociadas importantes emisiones de dióxido de carbono. Hoy, la industria de la moda genera tantos gases de efecto invernadero como el transporte marítimo y aéreo juntos, según datos del Banco Mundial.
¿Cómo reconocerlo en las etiquetas?
Conocer la composición de una prenda de ropa antes de adquirirla es fundamental. Para ello, la etiqueta es la mejor pieza de información disponible a nuestro alcance. A través de ella podemos conocer la calidad de las fibras utilizadas, su procedencia y, también, la presencia de plástico en la ropa. En España, las etiquetas están reguladas por la Ley de Etiquetado y Composición de productos textiles.
Entre otras cosas, esa normativa obliga a los fabricantes a especificar la composición del artículo textil, incluyendo la composición de cada una de las partes de la prenda y los porcentajes de cada fibra empleada, en el caso de incluir multimateriales. Estos son los nombres de las fibras plásticas más habituales en la ropa:
- Poliéster. Como hemos visto, es el tejido sintético más popular. Los poliésteres más habituales son el PET (común también en embalajes y envases), el PLA y el PTT. Normalmente, aparece referido en las etiquetas bajo el nombre genérico de poliéster.
- Poliamida. Fueron las primeras fibras plásticas en ser utilizadas a gran escala. Las más conocidas son algunas marcas patentadas como el nailon o el perlon.
- Acrílico. Este tipo de fibras imitan a la lana y al pelo. Se usan solas, pero también combinadas con materiales naturales.
- Poliolefinas. Estas fibras se obtienen directamente a partir de plásticos fundidos o disueltos. En función de la configuración que se le dé, tenemos polietileno (muy usado en textil para el hogar), polipropileno o elastano (habitual en prendas deportivas y mezclado con otros materiales para dotarlos de estabilidad).
El reciclaje de las fibras textiles plásticas
En los últimos 20 años, la producción mundial de ropa se ha duplicado y el tiempo de uso de cada prenda se ha reducido un 40%. La industria fabrica cada vez más ropa, más rápido y más barato, y las prendas acaban antes en la basura, según el informe A new textiles economy de la Fundación Ellen McArthur. La gran mayoría de estos tejidos no se reutilizan ni se reciclan. Según los datos de la propia federación internacional de empresas de reciclaje (BIR), las tasas de reciclaje textil son del 26% en Europa, el 15% en China y el 12% en Estados Unidos.
A pesar de los avances técnicos de los últimos años, reciclar ropa sigue siendo difícil. De hecho, la mayor parte del poliéster reciclado utilizado en la industria de la moda proviene de otros productos plásticos, como botellas o envases, y no de ropa. La principal dificultad del reciclaje de ropa es la presencia de múltiples materiales en una misma prenda. Incluso en una camiseta 100% puede haber fibras artificiales en los hilos y en las etiquetas.
El proceso se complica todavía más cuando el propio tejido contiene fibras diferentes. Por ejemplo, algodón con elastano (habitual en muchos vaqueros) o lana con acrílico y poliéster. Cada material requiere de unas técnicas y tecnologías específicas de reciclado, por lo que los monomateriales siempre serán más fáciles de reciclar que las prendas fabricadas con fibras diferentes, tal como detallan en el artículo A Review on Textile Recycling Practices and Challenges. De hecho, como recuerdan desde Vivir sin plástico, esta máxima la podemos aplicar a todos los productos plásticos.
Por último, el reciclaje no es garantía de sostenibilidad ni bajo impacto medioambiental. Una prenda fabricada al 100% con poliéster reciclado seguirá liberando microfibras en cada lavado y contribuyendo a la contaminación por plásticos de los ríos, los océanos y hasta el agua que bebemos. Por eso, siempre será más sostenible apostar por ropa de calidad, hecha con tejidos naturales y duraderos, alargar su vida útil al máximo y, así, reducir el consumo de nuevas prendas.
Consejos para reducir los microplásticos
El consumo responsable de ropa se construye sobre dos pilares: comprar de forma consciente, apostando por prendas duraderas, y cuidar al máximo cada pieza de nuestro armario. Ambos factores son también esenciales para reducir la contaminación por microplásticos. Para ello, podemos tener en cuenta los siguientes consejos:
- Solo comprar prendas que necesitamos, evitando decisiones impulsivas y compras innecesarias.
- Dar una oportunidad a la ropa de segunda mano. Reutilizar siempre es mejor que reciclar.
- Priorizar las prendas de un solo material y siempre apostar por materiales naturales, ecológicos y/o reciclados. Una buena alternativa es elegir ropa 100% algodón orgánico.
- Cuidar las prendas para alargar su vida útil, lavarlas solo cuando sea necesario y secarlas al aire libre.
- Cuando se rompan o ya no las necesitemos, podemos arreglarlas, transformarlas para darles una segunda vida o donarlas. Si no es posible, siempre podemos depositarlas en lugares en los que se vayan a reciclar.
La presencia de plástico en la ropa es evidente. Las fibras sintéticas y, sobre todo, el poliéster y el nailon, son piezas muy importantes en la industria de la moda. Pero su impacto medioambiental es innegable. Como consumidores no tenemos la solución definitiva a los problemas. Pero está en nuestra mano elegir prendas que no contaminen el agua que bebemos ni generen tantas emisiones de gases de efecto invernadero.
lavar con menos microplásticos
La presencia de plástico en la ropa es evidente. Las fibras sintéticas y, sobre todo, el poliéster y el nailon, son piezas muy importantes en la industria de la moda. Pero su impacto medioambiental es innegable. Como consumidores no tenemos la solución definitiva a los problemas. Pero está en nuestra mano reducir su uso en la medida de lo posible y cuidar las prendas para que duren más y liberen menos microplásticos. Estos son algunos consejos que podemos poner en práctica. Evitarán el desgaste excesivo de la ropa, aumentarán su vida y reducirán la contaminación:
- Lavar menos la ropa. Cuando se haga, llenar la lavadora al máximo y utilizar ciclos de lavado cortos y de baja temperatura.
- Separar la ropa por materiales. Así se evita el desgaste que los tejidos más duros puedan provocar sobre los más delicados.
- Secar las prendas al aire libre para evitar más desgaste del material en la secadora.
- Utilizar bolsas de lavado diseñadas para reducir la contaminación por microfibras plásticas. Un ejemplo es la bolsa Guppyfriend desarrollada por la ONG ¡Stop! Micro Waste.
Reducir el plástico a la hora de cuidar y lavar la ropa puede ir mucho más allá. Tal como explican desde Vivir sin plástico, apostar por detergentes a granel, concentrados que vienen en pastilla o soluciones artesanales como el jabón de Castilla es una buena forma de reducir aún más los residuos asociados al lavado de nuestras prendas.