Morucha cucamona

De niña, Isabel soñaba con ser mayor para poder hacer lo que quisiera. Y, aunque acabó estudiando una carrera con mucha salida para poder trabajar mucho lo antes posible, de alguna manera, siempre conservó su espíritu libre.
Un buen día decidió dejar Madrid para irse a trabajar a Mallorca y ya nunca dejó la isla.
Su primer embarazo lo cambió todo otra vez. La revolución de la maternidad. No podía trabajar 8 horas al día y 4 meses eran demasiado poco tiempo para alejarse de su hija.
En el siguiente embarazo se pidió un año de excedencia.
Poco a poco, mientras disfrutaba de sus hijas, iba volviendo a ella su vocación emprendedora. Empezó varios proyectos hasta que se produjo el reencuentro que le cambiaría de nuevo la vida: la costura.
Se apuntó a unas clases en la mercería del pueblo. Ella, que había crecido entre las máquinas de costura de sus dos abuelas, se dio cuenta de lo mucho que la había echado de menos.
Viendo su entusiasmo, una amiga le regaló una vieja máquina de coser. Se pasaba noches sin dormir intentando entenderse con la máquina. Hasta que la dominó no paró. Sospechó que sus fracasos solo eran escalones para llegar a otro lugar, cada vez más cerca de donde realmente quería estar.
La idea de vivir de la costura empezó a calar cada vez más fuerte en su cabeza y en su corazón. Da miedo pero, si no haces algo, si no te atreves, la vida pasa.
Morucha Cucamona es una marca de diseño que busca hacer un homenaje a la tradición textil mallorquina y su artesanía. Sus productos utilizan tejidos de calidad y técnicas ancestrales de la isla, y se confeccionan en talleres locales y familiares.
Y, lo más importante, es la vuelta a esa certeza que la acompañó durante toda la infancia, la importancia de hacer lo que quiera sin traicionar nunca sus creencias.