Tómate un café al sol

También sirve una infusión. Y un vaso de agua. Y nada. Necesitarás salir, eso sí. A la calle, a la ventana y, si tienes suerte, al jardín o balcón. Encuentra un buen rincón al sol y hazlo tuyo durante unos minutos. Puedes cerrar los ojos y concentrarte en la sensación de cómo el sol calienta tu piel poco a poco, como un abrazo. Puedes perder la noción del tiempo y del espacio y pensar en cómo era ese mismo lugar iluminado por el sol hace cientos o miles de años. Este es tu momento, tú te lo regalas y tú te lo diseñas a tu manera. Lo único que no necesitas es utilizar desechables, llévate una taza o un vaso de toda la vida y disfruta de tu momento sabiendo que no contaminas.