Cristina era publicista pero por su cabeza siempre rondaba la idea de lanzarse a hacer realidad un plan B. Sin embargo, cuando empezó a hacer broches y collares a mano, no se imaginaba que algo que le gustaba tanto podría convertirse en su profesión.
Primero comenzó a vender en algunas tiendas de Madrid, después en ferias y mercadillos, más adelante en otras ciudades y un día se dio cuenta de que ya tenía “el plan”.
Unos años después, Javi, su pareja, se unió al proyecto. Y, aunque le idea es que él se ocupara solo de llevar la gestión, al final acabaron haciéndolo todo los dos.
Juntos, en su pequeño taller de Madrid, diseñan, cortan, cosen, serigrafían y hacen la mayoría de sus productos de principio a fin. Otros los elaboran en otros talleres artesanos de la ciudad, siempre con una filosofía de kilómetro cero y de respeto por las personas y por la naturaleza.
Sus productos no están pensados para usar y tirar, son objetos de altísima calidad, hechos para hacerte feliz durante muchos años. La mayor parte de ellos están elaborados con materiales y tejidos naturales. Les encanta ir a la fuente y conocer a los artesanos que realizan todas sus materias primas y acabados, sin intermediarios.
Su principal objetivo y lo que más les gusta de su trabajo es cuando consiguen que a la gente se le ponga una sonrisa en la cara al ver sus productos.